En los últimos años, Newell’s ha cambiado el foco en su línea defensiva. Atrás quedaron los tiempos donde los cuatro del fondo salían de las inferiores del club y defendían el escudo rojinegro. Hoy, el panorama muestra una preferencia por fichajes externos, dejando a los juveniles con pocas oportunidades en primera.
Desde 2015 hasta 2024, el club incorporó 36 defensores que no surgieron de sus inferiores. De esos refuerzos, algunos ni siquiera llegaron a debutar en partidos oficiales. Mientras tanto, solo 19 juveniles de la cantera lograron llegar al primer equipo, un número que marca la diferencia entre apostar por el talento local y buscar experiencia fuera del club.
En este receso de 2025, la tendencia se mantiene. Newell’s ya cerró las incorporaciones de Luca Sosa, Alejo Tabares y el inminente arribo de Luciano Lollo, ninguno con pasado en el club. Esta política refuerza una estrategia repetida en los últimos años: mirar afuera en lugar de confiar en las categorías formativas.
La Lepra no siempre fue así. Entre 1983 y 1994, la defensa estaba integrada exclusivamente por jugadores surgidos de la cantera. Esa etapa gloriosa incluyó títulos nacionales e internacionales y una identidad de juego basada en la casa. Sin embargo, en el presente, esos recuerdos parecen cada vez más lejanos.
Aunque es evidente que los tiempos han cambiado, muchos hinchas se preguntan si Newell’s debería volver a darles más protagonismo a los chicos de las inferiores. Grandes figuras como Lisandro Martínez y Ezequiel Garay son prueba de que, con confianza y minutos, la cantera puede producir defensores de primer nivel.
El desafío para el club no solo está en encontrar equilibrio entre experiencia y juventud, sino también en retomar esa esencia que alguna vez lo hizo único: una defensa nacida en el Parque, para defender el Parque. ¿Volverá Newell’s a mirar a su cantera para construir el futuro? Solo el tiempo lo dirá.