Cada vez más las redes sociales influyen en la vida de las personas, y los deportistas no quedan exentos, no solo afecta su vida personal, sino también en su rendimiento deportivo. Cuando los resultados son positivos, su alcance mediático crece. Pero, ¿qué ocurre cuando no se cumplen las expectativas? En una sociedad exitista y tan futbolera como la argentina, la reacción suele ser desmedida: insultos, críticas y violencia digital.
Este fue el caso de Delfina Pignatiello, ex nadadora argentina que brilló en los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018 en Buenos Aires, donde ganó medallas y se ganó el corazón del público. Sin embargo, un solo «mal» resultado bastó para que esa admiración se convirtiera en hostigamiento.
De promesa a víctima de la presión social
Delfina nació el 19 de abril del 2000 en San Isidro. Desde pequeña soñó con representar al país en unos Juegos Olímpicos. Con apenas 17 años, logró dos oros y una plata en el Mundial Junior de Indianápolis 2017, y ese mismo año arrasó en los Sudamericanos Juveniles de Santiago. En 2018, su actuación en los JJOO de la Juventud —con dos platas— la catapultó a la fama, sumado a su carisma y emotivos festejos que la hicieron llegar al corazón del pueblo argentino. En 2019, ganó tres medallas de oro en los Panamericanos de Lima, clasificando a los Juegos Olímpicos de Tokio. Sin embargo, la pandemia alteró por completo su preparación: entrenaba en una pileta en su casa, sin condiciones profesionales y con un tiempo de entrenamiento mucho más corto que el resto de competidoras.
En Tokio 2021, participó en 1500 y 800 metros libres, sin lograr clasificar a las finales. Finalizó 29ª entre 33 competidoras. Aunque el resultado era entendible por su contexto y juventud, para muchos en redes fue inaceptable. Las críticas se multiplicaron, y los insultos también.
Para una joven de 21 años, estas agresiones fueron devastadoras. Poco a poco se alejó de las competencias, de las redes sociales, y finalmente anunció su retiro con apenas 22 años, truncando una carrera que prometía mucho más, en una disciplina que hasta ese entonces carecía de grandes figuras femeninas argentinas que destacaran internacionalmente.
Reescribiendo el camino
A pesar del golpe, Delfina encontró un nuevo camino: la fotografía. Paralelamente a su retiro, comenzó a desarrollarse en esta disciplina, y hoy se dedica profesionalmente a ella. También escribió un libro autobiográfico y sigue nadando, pero por placer, lejos de la presión de los cronómetros y las medallas. Para ella retirarse no fue un fracaso: fue aprender a cuidar de uno mismo en un mundo que exige demasiado, así entre flashes de cámaras y páginas de su libro, encontró tranquilidad.
El caso de Pignatiello expone la cara oscura del deporte en tiempos de redes sociales. Las plataformas digitales pueden impulsar sueños, pero también destruirlos. Su historia recuerda que detrás de cada medalla hay un ser humano con emociones, miedos y sueños. No somos robots, recordarlo no es solo un acto de empatía, sino una necesidad urgente.